¿Qué te cuesta más cuando estudias o practicas español?
La respuesta de nuestros estudiantes es indudable:
- Las prácticas de comprensión auditiva (PCA) y
- Comprender una película, una conversación entre nativos, la radio….
Para quienes estudian una lengua, o cualquier asignatura, el verbo costar aplica en sus dos significados: valor en dinero y dificultad.
Mientras más se retrasen en el progreso, más dinero tendrán que invertir, es decir, más les cuesta en dinero.
Y algunos aprendizajes y prácticas les cuestan a unos más que a otros, son más difíciles para unos que para otros, pero lo que es indudable es que la PCA es para todos, un gran reto.
Hay una razón que hace que esta habilidad sea más compleja que las otras. Te cuento.
Son 4 las habilidades que un hablante nativo alfabetizado desarrolla para hacerse competentemente comunicativo: hablar, oír, leer y escribir. Dos de ellas son orales y dos escritas. Dos de ellas son producción y dos comprensión.
A la misma tarea nos dedicamos quienes enseñamos una segunda lengua: al desarrollo de esas cuatro habilidades.
Incluso lo hacemos de forma más equilibrada los que enseñamos español. Porque hay quienes dicen que, para algunas lenguas, leer y/o escribir no es importante y hasta puede ser perjudicial para el desarrollo de las habilidades orales, dependiendo de ciertas características de la lengua en cuestión.
Pero en el caso del español, por ser lengua fonética y tener estructuras muy estables, tanto la lectura como la escritura contribuyen con el desarrollo de las habilidades orales, especialmente para la corrección de ellas.
Pero resulta que hay dos razones que hacen que la comprensión auditiva, u oral como también la llamamos, sea la más compleja para un hablante de segunda lengua.
Una razón es psicológica y otra sociolingüística.
La razón psicológica tiene que ver con nuestro obsesivo deseo de controlarlo todo. Te explico.
La comprensión oral es la única habilidad que no está en nuestras manos. Es la única sobre la que no tenemos control. Entonces, nos desanimamos y frustramos frente a ella, nos cuesta y nos cuesta.
Cuando leemos controlamos el tiempo de lectura, buscamos las palabras que no entendemos en el diccionario, analizamos las estructuras…
Cuando escribimos usamos el tiempo que queramos, los recursos de vocabulario y estructura que tenemos disponibles en nuestra mente, los auxiliamos con el diccionario, y corregimos cuantas veces deseamos….
Cuando hablamos usamos el tiempo a nuestro favor y nuestros recursos, pocos o muchos, pero los nuestros.
Cuando oímos, toda la potestad en la forma del mensaje la tiene quien produce lo que oímos.
Te hago un parapelismo.
Es como si tuvieras cuatro hijos y con tres de ellos hay armonía porque heredaron tus gustos, asimilaron tus valores, y son de comportamiento apacible, pero uno de ellos tiene una personalidad totalmente diferente, con la que para colmo no estás de acuerdo.
Le pides que duerma temprano, que arregle su cuarto, que estudie medicina como tú, que baje el volumen de la música, que ahorre, y nada de eso hace. Ninguna de esas características lo hace a él peor que a los otros, simplemente demuestran que tiene una personalidad propia.
Que sea como tú quieras es desear tener el control de su vida. Y su vida está en sus manos.
Así es la comprensión oral. Es la habilidad cuyo éxito está atado a la producción oral de otros. Y cuando es distinta a lo que hemos mentalizado -guardado en la mente- a lo que conocemos y con lo que nos sentimos cómodos, una y otra otra vez, nos desanimamos y frustramos.
¿Qué te recomiendo?
¿En qué les insistimos en Presente Perfecto a nuestros estudiantes?
En no querer entender cada palabra, cada oración, cada mínima idea de lo que oigan. En abrirse a la experiencia de la escucha. En fluir. En entender la globalidad. En felicitarse si cada vez entienden un poco más.
Cuando entienden un poco más lo que oyen, no están cambiando lo que oyen, están cambiando la actitud frente a lo que oyen.
Otra vez el paralelismo. Cuando la madre se abre a la experiencia de la convivencia con ese hijo distinto, sin querer cambiarlo, sin querer controlarlo, comienza un proceso de desapego que te da calma y que te acerca a él desde la aceptación, y la aceptación es comprensión.
Se trata de cambiar la aprehensión por el aprendizaje. Son procesos muy diferentes, aunque las palabras se parezcan.
La razón sociolingüística para que la comprensión oral sea una migraña necesaria es que, como en ella la potestad la tiene el otro, éste incluye sus particularísimos recursos lingüísticos, por ejemplo:
-la velocidad con la que habla naturalmente, que siempre será más rápida que en una clase de lengua,
-localismos, que son palabras propias del dialecto particular y regional,
-frases hechas como refranes, dichos, y otros compuestos que muchas veces no son la suma de las partes.
Entonces, también para ir acercándonos al nivel de naturalidad en una lengua es que en los niveles avanzados aceleramos la velocidad y enseñamos más vocablos para nombrar una cosa según las diversas variedades dialectales, y mostramos la amplísima cultura refranera hispana.
Así que calma, paso a paso. Mientras conozcas más comprenderás más.
-Comprende primero ideas globales, y ayúdate a deducirlas con todo: tonos de voz, gestos, todo.
-Después comprenderás ideas más específicas e incluso oraciones y palabras. No todas, pero más.
-Finalmente te irás familiarizando con la cultura expresiva. No ya la lengua en sí sino sus particularidades regionales y los juegos que con ellas hacemos los hispanos.
Los estudiantes suelen decir le entiendo todo al profesor cuando nos habla a nosotros, pero incluso cuando habla con otros profesores no entiendo nada.
Es natural y es al mismo tiempo maravilloso.
El profesor te habla con los recursos que sabe que están ya almacenados en tu mente. Él sabe los vocablos, los tiempos verbales, las estructuras que ya conoces.
Si le entiendes todo al profesor, es un primer escalón en tu carrera por la comprensión.
Cuando lo oyes comprendes, porque oyes todo lo que conoces.
¡Felicitaciones por eso!